Asturias cuenta con testimonios de todas las fases del Paleolítico. Los protagonistas son distintas especies humanas, cada una de las cuales desplegó sus propias estrategias de adaptación al medio, basadas todas ellas en una economía cazadora-recolectora. Útiles de piedra del Paleolítico inferior se han localizado en la rasa litoral del Cabo Busto, con una antigüedad superior a 300.000 años y, por tanto, probablemente asociados al Homo Heildebergensis. Menos antiguos son los hallazgos neandertales del periodo Musteriense, asociados al Paleolítico medio, cuyos exponentes más significativos son los restos óseos de la cueva del Sidrón, con unos 50.000 años de antigüedad, y los útiles líticos del abrigo de La Viña.

La única especie humana presente hoy en el planeta, el Homo sapiens, documenta su presencia en Asturias desde fechas antiguas del Paleolítico superior, hace unos 35.000 años. Este periodo se desarrolla enteramente durante el último periodo glacial, con unas condiciones climáticas de gran frío a las que se adaptaron los nuevos grupos humanos. Las diferentes culturas asociadas al hombre moderno están representadas en numerosos yacimientos arqueológicos de Asturias, que han guardado durante miles de años muestras de una cultura material muy especializada y diversificada, así como importantes ejemplos de su cultura simbólica, aquello que se conoce como arte paleolítico. Asturias cuenta en la actualidad con cincuenta cuevas y abrigos con pinturas y grabados rupestres que se distribuyen a lo largo de los ejes fluviales del Nalón, el Sella y el Cares-Deva, así como en la zona costera oriental. Unos cuantos de ellos se encuentran entre los más significativos conjuntos del arte parietal europeo.

El final de los tiempos glaciales, hace unos 11.000 años, y el progresivo cambio hacia las condiciones climáticas actuales se documenta en Asturias en los niveles arqueológicos del Aziliense, periodo que pone fin al gran arte paleolítico y que está bien representado en la cueva de Los Azules. Tras la glaciación y durante más de 5.000 años, se fueron introduciendo nuevas formas de vida, adaptadas a los nuevos paisajes de bosques templados, a la retirada de la fauna fría y al acercamiento de la línea de costa. Los cazadores-recolectores azilienses aún mantuvieron nexos con la tradición paleolítica, pero en el periodo siguiente se fue avanzando ya hacia el Neolítico. Los cazadores-recolectores del periodo Asturiense mantuvieron la actividad de la caza, tanto en territorios bajos como de montaña y, junto a ella, desarrollaron una intensa actividad marisquera, que ha quedado visiblemente fosilizada en los concheros de la costa oriental.